No es ningún secreto que la decidida y creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral está detrás de las décadas de crecimiento que vivieron la mayoría de los países desarrollados de nuestro entorno, antes de la grave crisis que congeló la economía mundial. Las ventajas de contar con el talento y las capacidades del talento femenino nos han ayudado a progresar en muchos aspectos de nuestro desarrollo actual. Pero hemos llegado a un punto de estancamiento que estamos obligados a desbloquear.

Muchas mujeres abandonan el mundo laboral en el periodo que va de mediados de la veintena a finales de la treintena. En la mayoría de los casos, por conflictos derivados del equilibrio entre su vida personal y laboral. Una vez han abandonado su puesto de trabajo, se ven envueltas en lo que el Banco Mundial denomina el síndrome de la ‘doble carga’; es decir, la necesidad de gestionar al mismo tiempo su casa y cuidar a sus hijos o a sus mayores.

El dato más preocupante es que esta situación, en principio transitoria para ellas, acaba convirtiéndose en un abandono permanente de su puesto de trabajo. Y vemos a mujeres con una carrera tremendamente prometedora que, una vez han dejado su trabajo para centrarse temporalmente en su vida personal, jamás vuelven a incorporarse al mundo laboral.

Uno de los obstáculos más importantes que nos encontramos para la igualdad de géneros en el trabajo es la retención de estas mujeres, que tienen verdaderos problemas para conciliar con el trabajo o retomar su vida profesional una vez que la han abandonado una temporada. La extendida creencia de que no se suele contratar a nadie con épocas en blanco en su currículum ha ayudado a perpetuar esta desigualdad y es una barrera añadida a la reincorporación de estas mujeres.

Esa es la principal razón por la que el Grupo Mixto del Parlamento británico ha presentado un informe y solicitado recientemente que las empresas con más de 250 empleados tengan que poner en práctica programas que faciliten la reincorporación de las mujeres tras una baja temporal. Los tímidos y escasos programas actuales apenas están teniendo efecto y la preocupación por la falta de medidas empieza a ser importante, no sólo en Gran Bretaña, sino también en el resto del mundo.

En los últimos años, algunas compañías han empezado a introducir programas de reintegración para apoyar a mujeres que quieren retomar su vida laboral después de una pausa. Esos programas suelen incluir estancias pagadas de tres o seis meses para readaptarse a su puesto y mentoring y coaching para mejorar su confianza.

Vodafone tiene, desde hace tiempo, una iniciativa de este tipo en marcha en Gran Bretaña. Y estamos trabajando para poder hacerla posible también cuanto antes en España. El objetivo es que Vodafone se pueda beneficiar de un mayor equilibrio de géneros, reincorporando a mujeres con una motivación muy alta y sobradamente preparadas para desempeñar diferentes roles en la compañía.

Y no estamos solos. Otras muchas empresas están tomando conciencia de la necesidad de acompañar a las mujeres en este camino de retorno y poniendo en marcha iniciativas similares. Esto no debería ser la excepción que es hoy, sino norma en todas ellas. Además, también están naciendo proyectos fuera de las empresas que pretenden servir de puente entre mujeres y mercado laboral. Es el caso, por ejemplo, de la ‘aceleradora de carrera’ ReBoot en Seattle; o de Après, una web que se lanzó en Estados Unidos hace menos de un año, centrada exclusivamente en esas mujeres que quieren volver al mundo laboral y en las empresas que pueden contratarlas.

La reflexión está clara. Hacen falta movimientos decididos para acompañar este necesario cambio de mentalidad. Los beneficios de un entorno de trabajo más plural están claros y son extensibles tanto a la población femenina como a las empresas de todo el mundo. Vodafone ya está poniendo su granito de arena. ¿Quién más se anima?